En enero, un vuelo de Alaskan Airlines experimentó una explosión en pleno vuelo que ha llevado al FBI a abrir una investigación criminal.
El vuelo 1282, a bordo de un Boeing 737 Max 9, tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia tras la explosión de un tapón de puerta, según informaron los pasajeros. A pesar de lo alarmante de la situación, ninguno de los 177 pasajeros y miembros de la tripulación resultó muerto, aunque algunos sufrieron heridas.
En una carta enviada a los pasajeros, el FBI los identificó como «víctimas» y comunicó que la investigación podría ser prolongada. Este mismo documento reveló que hubo un grupo de personas que ya ha demandado a Alaskan Airlines, reclamando por «grave angustia emocional, miedo y ansiedad» como resultado del incidente.
Las cartas, enviadas por un especialista en víctimas de la división del FBI en Seattle el 19 de marzo, afirmaron que, aunque la investigación estaba en marcha, no se podrían proporcionar actualizaciones sobre su progreso inmediato.
El 5 de enero, el vuelo 1282 despegaba de Portland, Oregon, con destino a Ontario, California, momento en el cual ocurrieron los hechos. Esta explosión no solo provocó daños físicos, sino que generó una preocupación significativa sobre la seguridad de los vuelos comerciales. Los pasajeros han compartido testimonios angustiosos sobre cómo tuvieron que «agarrarse para sobrevivir» durante la descompresión descontrolada que siguió a la explosión.
Durante las investigaciones preliminares, se informó que faltaban cuatro pernos críticos que debían mantener el tapón de la puerta en su lugar. Este hallazgo crea serias preocupaciones sobre las prácticas de mantenimiento de Alaskan Airlines y la seguridad de los modelos Boeing 737 Max, que ya habían estado en el centro de controversias tras dos accidentes fatales en 2018 y 2019, que costaron la vida a más de 300 personas.
El jefe de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB) mencionó que Boeing había impuesto restricciones a este avión el cual no debería haber realizado vuelos de larga distancia sobre el agua debido a problemas de presurización reportados en tres vuelos anteriores. Al respecto, afirmó que esas medidas se tomaron para garantizar que la aeronave pudiera regresar rápidamente a un aeropuerto en caso de que se produjeran más problemas durante el vuelo.
Esa situación ha llamado la atención no solo de las autoridades, sino también de los pasajeros implicados, quienes han expresado su frustración y miedo ante la falta de respuestas y la incertidumbre respecto a las medidas de seguridad implementadas por Alaskan Airlines. La investigación criminal podría implicar a Boeing si se determina que violó acuerdos anteriores con el Departamento de Justicia.
En conclusión, el caso del Vuelo 1282 de Alaskan Airlines subraya las preocupaciones continuas sobre la seguridad de los vuelos en Estados Unidos y el funcionamiento de las aerolíneas, poniendo de relieve la necesidad de una mayor vigilancia y regulaciones en el sector aéreo, para garantizar que tales incidentes no se repitan.