La creciente preocupación por el cambio climático ha llevado a un debate crucial sobre la gestión de desastres en Estados Unidos. Mientras eventos visibles y devastadores como huracanes y terremotos reciben la atención y el apoyo de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA), el calor extremo, que representa una amenaza creciente, ha sido sorprendentemente ignorado. Este artículo explora las razones detrás de esta discrepancia y la urgencia de reconsiderar cómo FEMA clasifica los desastres.
El impacto del calor extremo
Durante el verano de 2021, el noroeste del Pacífico experimentó una cúpula de calor sin precedentes, lo que resultó en innumerables emergencias y en la saturación de servicios médicos. A pesar de la magnitud del desastre, FEMA no proporcionó el respaldo necesario a las víctimas de este fenómeno climatológico. Esto contrasta con la extensa ayuda enviada después de huracanes devastadores como Ida, donde miles de millones de dólares fueron utilizados para la recuperación.
La respuesta de FEMA y la percepción de desastre
- Convenciones de FEMA: FEMA ha establecido una tradición de responder únicamente a desastres naturales que causan daños visibles en la infraestructura física. Esto significa que fenómenos como el calor extremo, a pesar de su mortalidad, no son considerados desastre.
- Coalición de organizaciones: En respuesta a esta falta de acción, una coalición de grupos ambientales, sindicatos y organizaciones de justicia social está haciendo un llamado a FEMA para que incluya el calor extremo en su lista de desastres. El argumento central gira en torno a la creciente mortalidad asociada a estas olas de calor, que superan a la de muchos otros desastres ya considerados.
El cambio climático como catalizador
El cambio climático está transformando la cara de los desastres naturales. A medida que aumenta la temperatura promedio del planeta, los eventos de calor extremo se vuelven más frecuentes y severos. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), al menos 2,200 personas murieron a causa del calor en el último año, aunque se cree que este número está subestimado.
Jean Su, director de un programa de justicia energética, enfatiza: «El calor es ahora la causa número uno de la emergencia climática». Esta afirmación resalta la necesidad apremiante de que FEMA reconozca el calor extremo como un desastre y actúe para mitigar sus efectos.
Desafíos en la clasificación de desastres
Históricamente, FEMA ha encontrado dificultades para responder a emergencias por calor. Un gobernador estatal o un líder tribal es quien debe solicitar formalmente una declaración de desastre, y rara vez se emplea para el calor. Esto crea un vacío en la respuesta, donde solo las emergencias abrumadoras conducen a la acción, dejando a muchos afectados sin el apoyo que necesitan.
Perspectivas de cambio
No obstante, hay margen para la esperanza. La ley de desastres de Stafford, que regula las respuestas de FEMA, es flexible y permite cubrir situaciones no específicas. En teoría, el gobierno puede responder a emergencias por calor extremo sin modificaciones significativas a la ley. Esta flexibilidad podría ser clave para una respuesta más efectiva.
Propuestas para mejorar la respuesta a desastres
Expertos en manejo de emergencias sugieren que FEMA podría:
- Establecer refugios refrigerados: Proporcionar instalaciones climáticas que ofrezcan alivio inmediato del calor.
- Brindar asistencia a los hogares: Ayudar económicamente a las familias que no pueden pagar el aire acondicionado, un recurso que salva vidas durante picos de calor.
- Fomentar infraestructura comunitaria resiliente: Implementar proyectos de enfriamiento a largo plazo que eviten futuros desastres relacionados con el calor.
El objetivo es integrar estrategias que no solo mitiguen los efectos del calor extremo sino que también aborden las causas subyacentes del cambio climático, afirmando que las decisiones de FEMA deben adaptarse a la nueva realidad climática.
Conclusión
El aumento de las temperaturas y la frecuencia de encuentros de calor extremo destacan la imperiosa necesidad de que FEMA revise su enfoque sobre lo que se considera un desastre. La salud y la seguridad de las comunidades más vulnerables dependen de ello. Abordar el calor extremo no solo es necesario para brindar apoyo a las víctimas, sino que también es un paso crucial hacia un futuro más seguro y equitativo frente a la crisis climática.