Los astronautas suelen informar que el placer de comer se pierde en el espacio. Los alimentos que saben fabulosos en la Tierra podrían convertirse en soso y aburrido en órbita. De hecho, a pesar de dietas cuidadosamente diseñadas, los viajeros espaciales tienen dificultades para comer lo suficiente para satisfacer sus necesidades energéticas. ¿Qué está sucediendo aquí?
Realizamos algunos experimentos en la Tierra para averiguarlo, utilizando realidad virtual (VR) y un entorno de nave espacial simulado para estudiar cómo los viajes espaciales podrían afectar el sentido del olfato y la experiencia de la comida de una persona. Descubrimos que algunos olores parecen mucho más intensos en un entorno espacial. Nuestros resultados, publicados en el International Journal of Food Science and Technology, podría ayudar a diseñar los menús espaciales del futuro.
Comer es una experiencia complicada
Comer es una experiencia multisensorial que involucra la vista, el olfato, el gusto, el oído y el tacto. Para apreciar el sabor de un alimento, por ejemplo, cuando mordemos una manzana, necesitamos una combinación de sensaciones:
- Gusto: dulce, ácido
- Olfato: la compleja combinación de aromas de la manzana
- Textura: crujiente
- Color: verde, rojo
- Tacto: firmeza
Si uno de estos sentidos se embota, nuestro placer al comer ya no será el mismo. La experiencia gastronómica en el espacio es muy diferente a la que estamos acostumbrados en la Tierra.
Una posible explicación de la diferencia en la percepción del gusto entre los viajeros espaciales radica en la ausencia de gravedad. Sin gravedad, los fluidos corporales se distribuyen de manera diferente, conduciendo a un sentimiento que puede ser similar a tener la nariz tapada.
Si alguna vez ha tenido un resfriado, sabrá lo difícil que es saborear y disfrutar la comida sin el sentido del olfato. Otro aspecto a considerar es el entorno. En el espacio, el entorno es desconocido y constantemente monótono. Esto podría cambiar nuestra percepción de la comida.
La importancia del medio ambiente
El contexto contribuye en gran medida a la experiencia gastronómica. Estudios han demostrado que comer la misma comida en diferentes configuraciones puede llevar a opiniones divergentes sobre la comida. Imagine disfrutar de un sándwich de picnic en un parque pintoresco en lugar de comer rápidamente el mismo sándwich en su escritorio.
Una nave espacial es un entorno cerrado y confinado, un contenedor hermético en el que estás rodeado de cables y equipos, lo que afecta la dinámica de la alimentación. A medida que evalúamos estos hallazgos, podríamos aplicar soluciones no solo para los astronautas, sino también para personas en la Tierra que viven en entornos aislados o confinados.
Trayendo espacio a la Tierra
La investigación en el espacio es complicada, ya que las misiones generalmente involucran un número limitado de tripulantes, lo que limita el tamaño de la muestra y la capacidad para generar conclusiones. Sin embargo, gracias a la realidad virtual, hemos podido recrear el entorno de la Estación Espacial Internacional en la Tierra, permitiendo a los investigadores obtener datos en tiempo real sobre las experiencias gustativas de los participantes.
Seamus Daniel / Universidad RMIT
Nuestra investigación mostró que ciertos olores se percibieron de manera diferente en el entorno virtual de la Estación Espacial Internacional en comparación con otros escenarios. Esto podría guiar futuros menús espaciales y ayudar a los astronautas a disfrutar más de su comida al maximizar la percepción de sabores y olores en situaciones de gravedad cero.
Implicaciones terrestres
Entender cómo se perciben los olores en entornos espaciales no solo podría ayudar a los astronautas, sino que también podría aplicarse a problemas en la Tierra. Con esta comprensión, podríamos crear dietas personalizadas basadas en experiencias sensoriales únicas, no solo para viajeros espaciales, sino para cualquier persona que viva en condiciones similares.
En conclusión, el entorno, la gravedad y nuestras propias expectativas influyen en gran medida en la experiencia de comer, y entender estas dinámicas puede mejorar significativamente tanto las comidas espaciales como las experiencias gastronómicas en la Tierra.