En un debate reciente sobre los roles de género en la prehistoria, la profesora de antropología Sarah Lacy de la Universidad de Delaware ha propuesto una teoría revolucionaria. Desafiando la visión establecida de que los hombres eran principalmente cazadores y las mujeres recolectoras, su investigación sostiene que las mujeres también desempeñaban un papel activo en la caza. Esta nueva perspectiva no solo abre la puerta a un entendimiento más matizado de las sociedades prehistóricas, sino que también desafía las narrativas históricas enraizadas en prejuicios de género.
El equipo de Lacy revisó la evidencia arqueológica y la literatura actual durante el Paleolítico, un período que abarca desde hace 2,5 millones de años hasta hace aproximadamente 12,000 años. Encontraron escasos datos que apoyaran la idea de una clara división del trabajo basada en el género. Por el contrario, sugieren que tanto hombres como mujeres estaban involucrados en diversas actividades, incluyendo la caza.
Combatir el sesgo de género en la arqueología
Lacy, junto con su colega Cara Ocobock de la Universidad de Notre Dame, examinaron la fisiología femenina y descubrieron que las mujeres no solo podían cazar, sino que también había evidencia de que lo hacían. Esta investigación se presenta como un importante paso hacia la eliminación del sesgo de género en la antropología, un campo a menudo cristalizado en nociones obsoletas y prejuicios.
Evidencia de igualdad en las sociedades antiguas
Emprendiendo un análisis crítico de la evidencia de herramientas arqueológicas, los investigadores encontraron que antiguos objetos estaban irremediablemente asignados a un género, ignorando las capacidades compartidas de todas las personas en esos tiempos. Presentaron ejemplos de igualdad de género en herramientas, alimentos, arte y entierros.
“La interpretación de los hallazgos del pasado ha estado sesgada por la idea de que los hombres realizaban la caza y las mujeres recogían, lo cual no se sostiene en las evidencias que hemos revisado”
Categoría de las actividades de caza
La investigación también examina los aspectos fisiológicos que podrían haber limitado o no a las mujeres en actividades de caza. Si bien es cierto que los hombres tienden a tener ventajas en actividades de velocidad y fuerza, Lacy señala que las mujeres tienen ventajas en actividades que requieren resistencia, lo que era igualmente vital para la captura de presas en una era donde la caza era más que una simple elección, era una cuestión de supervivencia.
El papel del estrógeno, una hormona predominante en las mujeres, fue destacado por el equipo como un factor clave que podría explicar su capacidad para participar eficazmente en la caza, al proporcionar beneficios metabólicos que eran cruciales.
Redefiniendo la perspectiva del Paleolítico
La idea de que solo un pequeño grupo de personas participaría en la caza dentro de pequeñas comunidades paleolíticas no tiene sentido, sostiene Lacy. Las comunidades necesitaban ser flexibles y cada miembro debía estar dispuesto a asumir múltiples roles en momentos diversos.
Un nuevo enfoque en la investigación
La teoría del “hombre cazador” ha dominado el discurso académico desde que se popularizara en 1968, pero la investigación de Lacy busca reexaminar y replantear tales beneficios. En el contexto académico, muchas publicaciones que contradicen estas narrativas son ignoradas, lo cual presenta desafíos para la publicación de investigaciones inclusivas y equitativas.
El legado de la igualdad en el legado humano
En resumen, la idea de que los roles de género en la prehistoria eran estrictos y asignados no se sostiene. Las investigaciones de Lacy ofrecen un nuevo entendimiento: tanto hombres como mujeres estaban comprometidos en la caza y la recolección durante milenios. Este descubrimiento podría tener amplias ramificaciones, no solo para la arqueología, sino también para cómo entendemos la historia de la humanidad.
Referencia: “La mujer cazadora: evidencia arqueológica” por Sarah Lacy y Cara Ocobock, presentada en antropólogo americano.