El fascinante mundo de la astrobiología ha dado un paso importante en su búsqueda por entender los orígenes de la vida. Gracias al Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA) en Chile, un equipo de investigadores del Observatorio de Leiden en los Países Bajos ha logrado detectar, por primera vez, dimetil éter en un disco de formación planetaria. Esta revelación no solo es significativa por sí misma, sino que también marca un hito al ser la molecula más grande identificada en tales discos hasta la fecha.
El dimetil éter, compuesto por nueve átomos, es un intermedio clave en la síntesis de moléculas orgánicas más complejas, lo que lo posiciona como un precursor potencial de las moléculas que podrían dar origen a la vida. Esta detección se produjo en un disco alrededor de la estrella IRS 48, ubicada a aproximadamente 444 años luz de distancia en la constelación de Ofiuco.
La importancia de este descubrimiento está ligada al hecho de que la formación de estructuras complejas puede ser un primer paso en la evolución de la vida. Durante años, los investigadores se han preguntado cómo los ingredientes básicos de la vida se integran en los planetas. Las observaciones recientes realizadas por ALMA han revelado que la región en cuestión, conocida como la ‘trampa de polvo’, contiene granos de polvo de milímetro que pueden agglomerarse y formar objetos de tamaños kilométricos.
Según Nashanty Brunken, estudiante de maestría en el Observatorio de Leiden y autora principal de la investigación publicada el 8 de marzo de 2022 en Astronomía y Astrofísica, «Desde estos resultados, podemos aprender más sobre el origen de la vida en nuestro planeta y, por lo tanto, obtener una mejor idea del potencial para la vida en otros sistemas planetarios. Es muy emocionante ver cómo estos hallazgos encajan en el panorama más amplio”.
Una imagen composite del disco de formación planetaria muestra una región en forma de nuez que atrapa los granos de polvo, permitiendo que se produzcan estas interacciones. Las observaciones de ALMA no solo revelaron la presencia del dimetil éter, sino también de moléculas más complejas como el morfato de metilo, otro compuesto que juega un papel fundamental en la química de los compuestos biológicos.
Los investigadores también hicieron una detección tentativa de ⟨morfato de metilo⟩, un compuesto que tiene similitudes con el dimetil éter y que a su vez también es considerado un bloque de construcción para moléculas orgánicas aún más grandes. Esto refuerza la idea de que los entornos moleculares en proceso de formación de planetas pueden ser ricos en ingredientes orgánicos que potencialmente se vinculan a la vida.
El impacto de este hallazgo es vasto, ya que podría ofrecer nuevas perspectivas sobre el modo en que se presentan estas moléculas durante el proceso de formación de sistemas planetarios. Las simulaciones y estudios continuos permitirán a los científicos observar cómo estas moléculas evolucionan a lo largo del tiempo y qué rol juegan en el contexto más grande del cosmos.
Finalmente, Alice Booth, coautora de la investigación, expresó su entusiasmo por el hallazgo: “Es realmente emocionante finalmente detectar estas moléculas más grandes en los discos. Durante un tiempo pensamos que podría no ser posible observarlas”. Este análisis aporta luz sobre cómo las fuentes de materia orgánica en el cosmos pueden contribuir a los procesos que dan lugar a la vida, haciéndonos cuestionar y reafirmar nuestras teorías sobre nuestros propios orígenes. 🌌